¿Nos vamos de roadtrip por la Selva Negra? En esta ocasión, Azahara nos lleva, a través de este guest post, a descubrir todo lo qué ver en la Selva Negra en una fantástica ruta de 7 días que combina pueblos con encanto y naturaleza en estado puro. ¿Te vienes?
Qué ver en la Selva Negra
La Selva Negra es, sin duda, uno de los destinos naturales favoritos de Alemania. Su nombre ya nos ayuda a hacernos una idea del tipo de paisaje que presenta: tan repleto de árboles que la luz tiene que esforzarse para abrirse camino entre ellos.
En las siguientes lineas queremos contarte qué ver en la Selva Negra. Al ser un destino tan amplio es muy difícil poder visitar todo. Por ello, te enseñaremos algunos de los lugares más destacados, centrándonos en las zonas más naturales. ¿Tienes ya lista la mochila? ¡Vamos allá!
Baden Baden
A la Selva Negra se puede llegar en avión (hasta los aeropuertos de Stuttgart o Friburgo) o, como hicimos nosotros, en coche.
Empezamos nuestro recorrido por Baden Baden, ciudad balneario por excelencia de la Selva Negra. Estamos en uno de esos lugares que nos invita a descubrirlos poco a poco, paseando y disfrutando del camino.
Los romanos ya descubrieron las bondades de estas tierras, dejando un legado que hoy podemos conocer gracias a los restos arqueológicos que se conservan. Si te gusta la historia, no te pierdas los baños romanos, ¡te sorprenderán a pesar de su reducido tamaño!
Al igual que otras ciudades balneario de Alemania, Baden Baden creció alrededor del Kurhaus (el balneario), su edificio más importante. Por ello, es un punto perfecto para empezar la visita. Pero no te centres solo en sus monumentos, acércate a Lichtentaler Allee y disfruta de un relajante paseo junto al río rodeado de vegetación.
Al principio de este post te hemos prometido enseñarte qué rincones naturales visitar en la Selva Negra, así que dejaremos atrás la ciudad para irnos a la montaña. De todos modos, te recomendamos leer este post si quieres saber más sobre qué visitar en Baden Baden.
Monte Merkur
Para llegar a nuestra primera parada cogemos el llamado Merkurbergbahn, un funicular que nos lleva a lo alto del Monte Merkur en cuestión de minutos. Una vez arriba, verás una torre a la que se puede subir en ascensor. Atrévete a llegar al punto más alto de esta montaña y disfrutarás de una de las mejores panorámicas de la ciudad y sus alrededores. Desde aquí, es fácil ver la frondosidad de la Selva Negra y la manera en que el ser humano se ha mezclado con el entorno, creando pequeñas ciudades en medio de esta maravilla natural.
Tras disfrutar de este entorno tan espectacular iniciamos el descenso a pie, recorriendo los senderos que nos llevan de vuelta a la estación donde cogimos el funicular. Se trata de un sendero agradable y de poca dificultad, en el que nos iremos cruzando con diversos funiculares que suben y bajan. Además, es en este momento en el que nos damos cuenta de que las leyendas acerca de la Selva Negra no son falsas. ¡El sol a duras penas se deja ver entre tanta vegetación!
Cascada Geroldsau
Si te gusta el senderismo, seguro que después de esta pequeña visita te quedas con ganas de más. Desde Baden Baden nos recomendaron dirigirnos apenas unos 10 km al sur para visitar la cascada Geroldsau. A pesar de no ser una ruta con vistas panorámicas espectaculares ni con la majestuosidad de las cataratas que visitaremos más adelante, sí que es una ruta recomendable para disfrutar de la naturaleza en estado puro.
Nuevamente nos encontramos ante una ruta sencilla, apta para hacer con niños y (al menos cuando fuimos nosotros) nada masificada. El sendero circular nos permite pasear a orillas del río, en un entorno repleto de tonos marrones y verdes, con la banda sonora única que ofrece el agua siguiendo su curso y los animales conversando entre ellos. Como decíamos, no esperéis encontrar una cascada enorme o espectacular. Lo que hace perfecto este entorno es la suma de todos sus pequeños elementos.
Recorriendo la Schwarzwaldhochstraβe hasta Triberg
Después de dedicar varios días a visitar Baden Baden y sus alrededores, nuestra siguiente parada era el corazón de la Selva Negra, ese pueblo del que siempre hablan y que esconde uno de los mayores tesoros de la región: Triberg. Como se suele decir, en la vida hay siempre dos caminos: el bonito y el rápido. Por ello, cuando nos dirigíamos a Triberg no dudamos un segundo en dejar de lado la autopista y recorrer con calma la (atención a la palabreja) Schwarzwaldhochstraβe: la Carretera Panorámica de la Selva Negra.
Schwarzwaldhochstraβe y Mummelsee
A pesar de ser un camino más lento (en el mapa vimos que se tarda unos 30 min más) era sin duda la opción más bonita. Esta carretera llena de curvas recorre los 60 km que separan Baden Baden de Freudenstadt (más o menos la mitad del recorrido hasta Triberg). ¿Quieres recorrerla? Acepta un único consejo: no tengas prisa y disfruta del trayecto.
A unos 30 km de Baden Baden vimos un letrero que indicaba el desvío hacia el Mummelsee (Lago del murmullo) el lago glaciar más alto de la Selva Negra. Como habíamos leído acerca de él decidimos desviarnos un poco y visitarlo. Se trata de un lugar de recreo, en el que podemos encontrar un restaurante, una panadería y una tienda de regalos. También mesas de picnic y hamacas donde tomar el sol, por lo que en días soleados es muy habitual ver familias disfrutando de una comida a orillas del lago. Paseando a lo largo del sendero que rodea el lago encontramos diversas esculturas que narran, junto a carteles explicativos, las leyendas del lugar.
Desde aquí parten numerosas rutas para adentrarse en la Selva Negra, entre las que destaca la subida a la cima del Hornisgrinde, una ruta de apenas 2km que nos lleva al punto perfecto para obtener la mejor vista panorámica del lago.
Triberg
Después de la visita al Mummelsee, regresamos al coche para seguir visitando la Selva Negra. Como habíamos avanzado, nuestra próxima parada es Triberg, un pequeño pueblo claramente dedicado al turismo. Triberg está lleno de hoteles y tiendas en las que encontrar, entre otros objetos de artesanía, el famoso reloj de cuco. No te extrañes si ves un oso enorme colgando de una pared o enormes relojes de cuco por todos lados. ¡Triberg es así! Además, en los alrededores encontrarás varias casas-reloj de cuco en las que puedes entrar para ver el mecanismo. Uno de los más famosos está situado en Schonach, a unos 2 km al este de Triberg. ¡Asegúrate de llegar a la hora en punto para verlo en movimiento!
De vuelta a Triberg, hay que destacar que sus mayores tesoros se encuentran un tanto escondidos. Por un lado, no te pierdas la visita a su ayuntamiento, donde descubrirás un impresionante salón recubierto de madera tallada. No en vano, pues es el material más tradicional de la Selva Negra. Si seguimos la calle principal (Hauptstraβe) en dirección sur llegamos al otro tesoro de Triberg, el culpable de la fama mundial de este lugar: las Cascadas de Triberg. Aunque pueda parecer extraño, la entrada a este lugar se encuentra al final de la calle, por lo que no es necesario coger el coche para llegar a ellas.
¿Te gustó la Cascada Geroldsau? ¡Entonces éstas te dejarán con la boca abierta! Nos encontramos ante una de las cataratas con mayor altura de toda Alemania, con nada más y nada menos que 163 metros de caída y, como no podía ser de otra manera, varios senderos que las rodean. Es importante destacar que, a pesar de ser una zona natural, para visitarlas hay que abonar una pequeña entrada. De todos modos, si te alojas en Triberg y presentas la tarjeta que te dan en el hotel al pagar la tasa turística, la entrada será gratuita. Sea como sea, no dejes pasar la oportunidad y adéntrate en este entorno único repleto de árboles, agua y belleza natural. Todo lo que descubrirás es simplemente indescriptible.
Ruta en tren por la selva negra: Donaueschingen, Villingen y relojes de cuco
Como ya hemos avanzado, el pago de la tasa turística de Triberg trae algunos beneficios. Además de la entrada gratuita a las cascadas, también ofrece transporte público gratuito dentro de la región. Sabiéndolo, aprovechamos uno de nuestros días de estancia para dejar el coche aparcado y movernos en tren.
Para ser sinceros, teníamos un único destino en mente: Donaueschingen, donde se encuentra el nacimiento monumental del río Danubio. A partir de ahí el resto de día fue pura improvisación, por lo que me limitaré a contar los lugares más bonitos que encontramos. ¡Fue tan divertido subir y bajar del tren en cada pueblecito!
A pesar de acudir a Donaueschingen con la intención de visitar las Donauquelle (fuentes del Danubio), no fue esto lo que más nos gustó. Lo primero que hicimos nada más bajar del tren fue ir paseando tranquilamente desde la estación hasta el nacimiento del Danubio. Se trata tan solo de una pequeña fuente en cuyo fondo podemos ver brotar lenta e hipnóticamente agua. A su alrededor, una estatua que representa al Danubio a la Madre Alemania remata la decoración del lugar. ¿Simple, verdad?
En nuestra opinión, lo más interesante desde este punto es acercarnos al río y disfrutar de un pequeño paseo por lo que fueran los jardines del Palacio de los Príncipes de Fürstenberg. Este sendero nos llevará hasta la confluencia de los ríos Breg y Brigach, donde realmente se empieza a contar la longitud del Danubio. Es un paseo fácil, con un sendero llano rodeado de césped y árboles. Por desgracia, una carretera atraviesa la confluencia restando belleza al paisaje, pero el recorrido bien vale la pena.
Nuestra siguiente parada fue Villingen-Schwenningen, otro de los destinos típicos a visitar en la Selva Negra. Para nosotros, se trata de un pueblo donde podemos apreciar mucho mejor la esencia del lugar que en Triberg. Puedes hacerte con un mapa de la ciudad y recorrerla en busca de los monumentos más destacados, pero mi recomendación es que simplemente te dejes llevar. Uno de nuestros rincones favoritos fue la Münsterbrunnen, una curiosa fuente situada junto al Ayuntamiento y la Catedral en la que un niño jugaba a lanzar barquitos de papel a los canales que parten de ella.
Friburgo de Brisgovia
Una vez visitada la zona central de la Selva Negra nos dirigimos hacia el sur, a la ciudad conocida como “la puerta de la Selva Negra”: Friburgo de Brisgovia. Al planificar la ruta vimos que para visitar el Titisee sólo teníamos que desviarnos un poco, así que decidimos tomarnos el camino con calma y comer allí.
Lago Titisee
Nos encontramos en uno de los destinos vacacionales favoritos de los alemanes. Este ambiente ya se nota nada más bajar del coche: hoteles, tiendas de recuerdos, restaurantes… y muchísima gente. De todos modos, nos adentramos en estas calles hasta llegar al lago. Lo más habitual es disfrutar de un paseo en barco, lo que permite alejarte un poco de la masificación y ver más de cerca los rincones que todavía conservan un estado más natural. A pesar de que disfrutamos del Titisee nos fuimos un poco decepcionados, ya que estamos acostumbrados a ver entornos más vírgenes alrededor de los lagos que visitamos. Por ello, de vuelta al coche, no pudimos evitar parar en uno de los diversos lagos (más pequeños) que hay en los alrededores y comer allí el bocadillo que habíamos preparado. ¡Y menos mal! Descubrimos un lugar lleno de paz, con algunas personas bañándose y practicando deporte en un lago rodeado de árboles y lejos del barullo de las tiendas y restaurantes.
Friburgo
Tras un picnic en el lago llegamos a Friburgo con ganas de pasear tranquilamente por la ciudad. Friburgo es relativamente pequeño, además de un paraíso para los ciclistas. Os sorprenderá la gran cantidad de bicicletas que hay aparcadas por todos lados y la complejidad de su red de carriles bici. ¡Hay incluso una estación de bicicletas!
Una de las cosas que hacen único Friburgo son los Bächle, unos pequeños canales de agua que recorren el centro de la ciudad. De hecho, es muy típico comprar pequeños barquitos para lanzarlos y ver como navegan por ellos. Otro de los grandes tesoros de Friburgo es la catedral, especialmente los días soleados en los que las vidrieras llenan el interior de color. Nuevamente, te recomendamos visitar este post si quieres descubrir más cosas qué ver en Friburgo.
Para acabar la visita decidimos volver a escaparnos de la ciudad y subimos al Schlossberg, el Monte del Palacio, fácilmente accesible a pie. Desde allí obtenemos una preciosa panorámica de la ciudad, especialmente con el sol descendiendo y tiñendo la ciudad de un precioso tono rojizo. ¿Se te ocurre una vista mejor para terminar?
Consejos generales para visitar la Selva Negra en 7 días
Por último, queremos compartir unos pequeños consejos para que disfrutes al máximo de tu visita a la Selva Negra.
- No prescindas de un coche para recorrer la Selva Negra. Ya sea el tuyo propio o uno alquilado, te permitirá moverte de forma mucho más cómoda y llegar a rincones difíciles de acceder en transporte público.
- Si decides llegar hasta allí con tu propio coche, aprovecha si puedes para visitar Estrasburgo y la Ruta del Vino de Alsacia. ¡No te arrepentirás de visitar estos pueblecitos de cuento de hadas! Además, también encontrarás rutas por la montaña y paisajes espectaculares.
- Infórmate de los beneficios de la tasa turística del lugar donde te alojes. Por ejemplo, Triberg ofrece transporte público gratuito, Baden Baden descuentos para el balneario…
- Por supuesto, no olvides llevar calzado cómodo para las rutas de montaña. A pesar de todos los pueblos y ciudades que hay en esta región, ninguna visita está completa sin visitar esos rincones a los que solo se puede llegar a pie.
- Si eres goloso, no dudes en entrar en cualquier Konditorei. En estas pastelerías, además de la famosa tarta Selva Negra encontrarás muchísimos pasteles y tartas (Torten und Kuchen) que seguro que te encantarán.
Autora invitada
Detrás de Mis Destinos Pendientes está Azahara, una apasionada de los viajes, la historia y el arte. Me encantan los destinos llenos de cultura y de naturaleza, en los que aprender a cada nuevo paso. ¿También te gusta viajar así? ¡Te invito a viajar conmigo!
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