¿Conoces la antigua ruta de la seda? Seguramente sí ya que fue una de las rutas comerciales más importantes del mundo. Pero ¿sabías que también pasó por el actual Kirguistán? No es de extrañar pues por su ubicación en medio de Asia Central hizo que fuese un lugar idóneo para recibir a todas aquellas caravanas llenas de polvo, especias, piedras preciosas y seda. Una de las paradas fue en Balasagun, una ciudad de la hoy sólo quedan los restos de la torre de Burana,
¿Quieres saber más sobre la ciudad perdida de Balasagun? Lee, lee.
Balasagun
El origen de Balasagun hay que buscarlo con el imperio de los Karajánidas, los cuáles reinaron sobre Asia Central durante alrededor de 4 siglos. Tenían sus capitales distribuidas entre la parte occidental y oriental del reino, siendo éstas Kashgar (en la actual China), Samarcanda (ciudad muy conocida de Uzbequistán) y la desaparecida Balasagun.
Balasagun fue desde aproximadamente el siglo X un lugar de gran importancia comercial y de intercambio cultural, que por supuesto proporcionó la ruta de la seda. Una red de caminos comerciales que unió Asia y Europa, que suministró toneladas de productos exóticos a bazares y mercados de todas las ciudades. Llenó las calles de polvo, de palabras foráneas, monedas nunca vistas y bullicio. Y Balasagun tuvo todo esto.
Hasta que cayó. Alrededor del siglo XIII fue capturada por los mongoles, que rebautizaron Balasagun con el nombre de Gobalik – ciudad bonita – y finalmente ésta entró en declive.
Torre de Burana
Balasagun fue una ciudad fortificada, con doble muro circular al interior del cuál se encontraban los edificios residenciales, la mezquita y un mausoleo. Se cree que tenía alrededor de 25 – 30 km² y actualmente, lo único que queda de ella es la torre de Burana y parte de uno de los mausoleos de la ciudad.
La torre de Burana – Monara, en árabe – es el antiguo minarete de la mezquita de la ciudad. El minarete original que data del siglo XI, tenía una altura de 46 metros y se levantaban sobre una base octogonal. A día de hoy y después de que fuese destruida en repetidas ocasiones, lo que puedes ver es una reconstrucción de 24 metros de altura, de la antigua torre de Burana hecha por los rusos a los 70.
La entrada a la torre de Burana, y aunque parezca un tanto raro, está situada a 5 metros sobre el suelo, por los que se accede a ella subiendo una escalera metálica y andando por una pasarela que te adentran al antiguo minarete. Construida a base de ladrillo y decorada con franjas ornamentales de dibujos geométricos, la torre de Burana presume ser una de las más antiguas de Asia Central.
A falta de cúpula podrás subir, a través de una escalera interior que sube estrecha, serpenteante y totalmente oscura (si no fuese por una ventanita que se abre al este a mitad de recorrido) hasta una terraza desde dónde, las vistas hacia el valle de Chui y, en días despejados, de la cordillera Tian Shan, son dignos de ver. Y más, si están vestidos de nieve pues el contraste tiene que ser brutal.
Al lado de la antigua mezquita, también puedes ver los cimientos de lo que fue un antiguo mausoleo. Se cree que había 3; 1 de base octogonal y 2 circulares, y puede que acabados con una cúpula y decorados con adornos esculpidos de terracota e inscripciones en árabe.
Leyenda de la torre de Burana
Aunque la historia sobre Balasagun y la torre de Burana sean hechos documentados, la leyenda entorno este mágico lugar sigue viva. Pero ésta nada tiene que ver con la llamada a la oración del antiguo minarete, sino con princesas encerradas.
La leyenda sobre la torre de Burana cuenta que el día que nació la hija del rey (khan) se celebró un gran festín. El rey invitó a todo el mundo, incluidos los hombre más sabios del lugar así como varios videntes que auguraron un fantástico y feliz futuro para la princesa. A excepción de uno. Éste último predijo que la princesa moriría al cumplir 16 años. El rey entró en pánico y mando construir una alta torre para proteger a su hija hasta cumplir los temidos 16.
Y llegó el día. Al ver que la princesa seguía sana y que la predicción no se había cumplido, mandó a coger una cesta de fruta para llevársela a su hija y celebrarlo. De lo que no se dio cuenta el khan, fue que junto con la fruta se hallaba escondida una venenosa araña. Cuando la princesa fue a coger una de ellas, la araña inyectó su veneno y ésta falleció.
Balbals
En el recinto arqueológico de la antigua ciudad de Balasagun, además de la torre de Burana y el mausoleo verás que hay una gran extensión con unas piedras talladas con dibujos conocidas como Balbals.
Los Balbals son antiguas lápidas que en un primer momento, los nómadas turcos levantaban como representación de sus enemigos pero, más tarde, se convirtieron en un memorial para sus ancestros. Los que verás en la torre de Burana, son balbals que han recogido de todo el país y los han juntado en esta extensión.
Las figuras y dibujos están tallados en roca y representan diferentes especies de animales así como el tipo de vestimenta, complementos y armas que llevaban en la época.
Además de los Balbals, encontrarás otros petroglifos y un museo dentro de una yurta. El museo expone distintos utensilios que se encontraron en el lugar, así como cerámica y antiguas monedas.
Cómo llegar a la torre de Burana
Para llegar a la torre de Burana desde Bishkek por libre, tienes que coger una marshrutka hasta el pueblo de Tokmok. Éstas salen desde la estación este de la ciudad. Tokmok se encuentra a unos 70 Km de la capital kirguisa por lo que el trayecto espera que dure al menos 1 hora y media casi 2 horas y el billete te costará 50 soms (sólo ida/por pax). Sí, ya puedes imaginarte cómo es el trayecto.
Una vez llegues a Tokmok en la misma estación te asaltarán, literalmente, los taxistas que se encuentren libres para llevarte a la Torre de Burana. Tendrás que negociar un precio con ellos, y asegurarte que incluye la ida, la vuelta y el rato que quieras estar visitando el lugar. Para que te hagas una idea, nosotros éramos dos y pagamos unos 600 soms (los dos, ida, vuelta y la visita al lugar).
La entrada al recinto arqueológico te costará 60 soms por persona.